Compartir en PinterestLos científicos están cada vez más cerca de encontrar soluciones para la pérdida de masa muscular y ósea. Imágenes de Jonathan Knowles/Getty
- Se sabe que la actividad física promueve la salud ósea y muscular.
- El envejecimiento, el estilo de vida y las enfermedades crónicas pueden conducir a la inactividad física, que se asocia con la pérdida de masa ósea y muscular.
- Una nueva investigación ahora ha identificado un fármaco que puede imitar el ejercicio físico en ratones.
- El nuevo fármaco, llamado locamidazol, puede aumentar la formación ósea, la densidad mineral, el grosor muscular y la fuerza muscular en ratones.
Cuando estamos físicamente activos, nuestros huesos y músculos trabajan juntos para fortalecerlos. Para mantener la salud de los huesos, el Colegio Americano de Medicina Deportiva recomienda una combinación de actividades con pesas de 3 a 5 veces por semana y ejercicios de resistencia de 2 a 3 veces por semana.
La investigación ha demostrado que el ejercicio de por vida es beneficioso para preservar la salud ósea, y una reducción en el ejercicio físico da como resultado la pérdida ósea. Los CDC recomiendan la actividad física regular para fortalecer y mantener los músculos y los huesos. Las investigaciones han demostrado que mejorar la fuerza muscular puede tener un efecto moderado en el alivio del dolor articular en personas con osteoartritis.
A pesar de sus beneficios, la vida moderna está asociada con la falta de actividad física. Según la Organización Mundial de la Salud, la inactividad física es un problema de salud pública grave pero “insuficientemente abordado” con hasta el 85% de la población mundial que lleva un estilo de vida sedentario.
La inactividad también se asocia con un mayor riesgo de enfermedades crónicas. La Fundación Británica del Corazón atribuye más de 5 millones de muertes en todo el mundo a la inactividad física, lo que equivale a una de cada nueve muertes en general.
Las condiciones crónicas, las lesiones y el envejecimiento pueden significar que es más difícil realizar actividad física, lo que puede provocar debilitamiento muscular (sarcopenia) y pérdida ósea (osteoporosis).
Una nueva investigación realizada en la Universidad Médica y Dental de Tokio (TMDU) ha identificado un nuevo fármaco que puede imitar el ejercicio y promover cambios similares en los músculos y los huesos.
El trabajo, dirigido por el profesor Tomoki Nakashima, ha sido publicado en Bone Research.
En el estudio, el equipo de investigación identificó un nuevo compuesto llamado Locamidazol (LAMZ) como un fármaco terapéutico potencial que puede causar efectos similares al ejercicio.
Para probar el nuevo compuesto, los investigadores administraron 10 mg/kg de LAMZ por vía oral una vez al día, 6 mg/kg de LAMZ por inyección dos veces al día o una solución de control durante 14 días a ratones macho.
La administración de LAMZ por vía oral y por inyección mostró cambios tanto en el músculo como en el hueso. Los investigadores notaron que los ratones tratados tenían fibras musculares más anchas y mayor fuerza muscular en comparación con los ratones no tratados con LAMZ.
La resistencia se estudió utilizando un dispositivo de cinta rodante, los ratones tratados con LAMZ estaban menos fatigados y recorrieron una distancia más larga que los ratones no tratados.
En una entrevista con Medical News Today, el Dr. Joseph Watso, profesor asistente de la Universidad Estatal de Florida, que no participó en el estudio, explicó:
“Es estimulante que, si bien los cambios en la distancia recorrida por los animales fueron pequeños (alrededor del 2 %), los aumentos en la fuerza muscular máxima ajustada y el ancho de la fibra muscular fueron bastante sustanciales después de 14 días de administración de LAMZ..“
Usando el análisis de genes, los investigadores demostraron que LAMZ aumentó la cantidad de mitocondrias, la fuente de energía de la célula, en las células musculares y óseas. Notaron un aumento en la expresión del gen para PGC-1 alfa, una proteína conocida por mantener las células musculares y óseas y aumentar la producción de mitocondrias.
“PCG1a es un coactivador transcripcional conocido que aumenta la biogénesis mitocondrial. Esta es una característica interesante del agente que identificaron como biogénesis mitocondrial, es una adaptación fisiológica distintiva del entrenamiento físico”, explicó el Dr. Watso a MNT.
Para comprender mejor la vía, los investigadores administraron LAMZ por vía oral a ratones mientras bloqueaban PGC-1 alfa. No encontraron aumento en la fuerza muscular, lo que indica los efectos de LAMZ en el músculo y el hueso a través de PGC-1 alfa.
Las imágenes en 3D de muestras óseas generadas con Micro-CT mostraron un aumento en el grosor óseo, la densidad y el contenido mineral óseo, lo que confirma los hallazgos del estudio celular de una mayor formación y una reducción de la pérdida ósea.
“Nos complació descubrir que los ratones tratados con LAMZ exhibieron un mayor ancho de fibra muscular, una mayor fuerza muscular máxima, una mayor tasa de formación ósea y una menor actividad de reabsorción ósea”, comentó el autor principal del estudio, Takehito Ono.
El estudio ha demostrado que LAMZ puede reforzar los huesos y los músculos sin efectos negativos en los tejidos circundantes y puede funcionar como un fármaco terapéutico al revitalizar los músculos y los huesos a través de PGC-1α, imitando el ejercicio físico.
El Dr. Watso resumió los hallazgos:
“El artículo proporciona pruebas convincentes en animales de un agente con un alto potencial para mejorar la salud ósea y muscular. Como la mayoría de los agentes evaluados en animales, la siguiente pregunta clave es si esos hallazgos se traducirán en humanos. Por supuesto, sin ningún efecto secundario dañino que no se haya observado en los estudios con animales”.
Advirtió que “será una ardua tarea desarrollar un elixir de salud para reemplazar los innumerables beneficios de la actividad física y el ejercicio regulares. Dicho esto, se necesitan esfuerzos continuos para reducir la incidencia y la carga asociada con las enfermedades prevenibles”.
En ciertos casos, la medicación puede ser la opción más segura que el ejercicio, pero cuando sea posible, “el ejercicio debe ser la primera consideración para aquellos que tienen la capacidad de estar físicamente activos”, dijo el Dr. Watso.
A pesar de esto, “ciertamente vale la pena continuar examinando los factores de riesgo y la fisiopatología específicos de la población para posibles objetivos de tratamiento”, agregó.